“Mi padre fue parte de una generación de fotógrafos que se formó en la calle, al ritmo de las protestas”, explica Sebastián Moreno, el director de la película, quién se propone a través de las fotografías y testimonios de su padre y de sus colegas a estos conocer, recuperar cómo fueron esos años del gobierno militar de Pinochet.
La película, además de mostrar estos momentos de la historia de chile, como por ejemplo la represión que se vivía, permite pensar debates que aún hoy están presentes en la comunicación y la comunicación alternativa: qué es la fotografía de denuncia, como pensarse respecto a las organizaciones sociales (una mas o algo externo); qué lugares hay para actuar, como trabajar dentro de los límites que impone el poder, cómo superarlos; la importancia de la construcción de un espacio que los agrupe, que los defienda (en su caso el gremio); como defenderse de la represión, qué medidas de seguridad tomar; etc.
Es particularmente interesante el debate que se abre respecto a cómo estaban naturalizando la violencia, como se acostumbraban a ella y cómo terminaba volviéndose un elemento imprescindible par auna buena foto, casi como si la esperaran o la fueran a buscar.
Después muestra algunos hechos sueltos que resultan muy atractivos, como una serie de diarios que salieron sin fotos por la censura del gobierno (peor que estaban diagramadas, un recuadro blanco donde debía estar la foto y el epígrafe); o un trabajo muy hermoso dee buscar las fotos de desaparecidos que todavía no tienen los organismos de DD.HH (para que no estén ”doblemente desaparecidos”)
Sobre el final, una escena muy hermosa de los fotógrafos haciendo un murla en homenaje a uno de sus colegas desaparecidos.
Duración: 1hora, 20min
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